LA MINERÍA, LA TIERRA Y EL TRABAJO NACIONAL
El gobierno uruguayo ha olvidado en estos años, lo que ha sucedido con la producción en el campo uruguayo, y el precio que ha pagado el país en materia de soberanía por no proteger nuestra reserva principal que es la tierra y sus recursos naturales.
Siempre el territorio y la naturaleza que se encuentra sobre ella, tienen una gran influencia en la vida de las personas, así como las relaciones sociales que contraen en toda la vida social y productiva.
Nuestro país nunca ha dejado de ser un país dependiente de los grandes centros económicos internacionales del capitalismo mundial, por más que el pueblo de Artigas, ha
dado grandes luchas por su independencia y por obtener su libertad.
No se puede desconocer que la aparición de grandes inversiones en el tema de la minería a cielo abierto como viene sucediendo en varias partes del país, la producción de celulosa, la forestación indiscriminada, las zonas francas, el turismo de lujo, le ha impuesto una nueva modalidad a la producción nacional y también a los intereses económicos y políticos que están en juego.
Los partidos de la política dominante, han puesto en el mismo nivel, la inversión extranjera y sus bonanzas con las posibilidades de desarrollo y la aparición de nuevas fuentes de trabajo nacionales. Que los grandes empresarios tengan estos intereses y se manifiesten en la política nacional no es de extrañarse, aunque si resulta risueño que se promueva una política sindical oficial, constante para dividir los intereses de los pequeños productores nacionales del campo, distanciándolos de los trabajadores y el conjunto del pueblo.
Sostener que el capital extranjero contribuye al desarrollo nacional cuando se orienta a la creación de grandes empresas mineras a cielo abierto, desplazando a miles de personas del campo, y contaminando seriamente al medio ambiente inutilizándolo para otros fines, es francamente una ilusión, en el mejor de los casos.
Aunque lo más peligroso de todo es cuando son los propios sindicalistas oficiales quienes defienden la instalación de la empresa minera Aratirí, olvidando sus deberes en relación al país y a las clases más golpeadas del campo por esta política macroeconómica abierta al capital y privatizadora.
El gobierno uruguayo ha olvidado en estos años, lo que ha sucedido con la producción en el campo uruguayo, y el precio que ha pagado el país en materia de soberanía por no proteger nuestra reserva principal que es la tierra y sus recursos naturales.
La producción de alimentos ha caído, y miles de productores de alimentos pierden ante la benevolencia a los productos del exterior. Uruguay, también en estos años ha perdido soberanía, y no recurre a sus ventajas comparativas más importantes que es la pradera, el agua, y todo lo que surge de ella para beneficiar a la población. En el tema de la tierra los
dirigentes del FA y el gobierno, tienen amnesia. Han optado por otra política, muchos de los dirigentes actuales de gobierno hoy tienen tierras, cosa que han antes no sucedía, pues ello era patrimonio de las familias más ricas del país.
El tan mentado Uruguay natural no ha pasado de ser una frase. Y la soberanía en la producción de alimentos la han guardado en los cajones ministeriales.
La democratización de la propiedad de la tierra que ha sufrido en estos años un importante proceso de extranjerización, no está dentro de los planes de los actuales gobernantes que sólo se preocupan por hacer crecer el endeudamiento externo y pagar por adelantado los intereses.
El país no crece con privatizaciones y venta de la tierra, crece la dependencia.
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