EN BOLIVIA, EL PAPA PIDE PERDÓN POR LE GENOCIDIO INDÍGENA EN QUE PARTICIPÓ LA IGLESIA
ADEMÁS, PIDIÓ POR LA TIERRA, EL TECHO Y EL TRABAJO
El Cristo incrustado sobre la hoz y el martillo, obra del cura catalán Luis Espinel -asesinado por la dictadura de Banzer en los 80-, es algo más que un símbolo, que hace reflexionar a los pueblos y no sólo a los cristianos sino también a los marxistas.
En estos días América del Sur ha estado conmovida por la venida del Papa Francisco a tres países de la región, en lo que sin duda ello implica un nuevo rol por su visita en las condiciones actuales de la región, lo que no deja de sorprender a los más optimistas, en el tema.
Lejos de analizar algunos cambios que se han originado en el comportamiento eclesiástico en los últimos años, podemos si registrar los efectos que ello ha ido produciendo en la región, en los tiempos actuales, lo que rebela sin duda un nuevo, enfoque religioso ante los importantes acontecimientos que se producen en la región por las luchas sociales y políticas.
Sin dudas que, una personalidad tan relevante e influyente en el pensamiento religioso del mundo actual, su actitud tiene un significado importante para los pueblos, y también para la crisis que vive el sistema capitalista en ésta época, donde luego de la desaparición del comunismo en el este de Europa hace ya un cuarto de siglo, ha traído enormes consecuencias sociales y políticas para el desarrollo de los acontecimientos mundiales.
Quizás un aspecto relevante, en los últimos tiempos donde todo se expresa por símbolos o imágenes en el mercado, y donde los “cambios” parecen sustituir la dialéctica en el desarrollo de los acontecimientos sociales pues estos aveces no tienen la debida explicación de motivos.
La entrega del presidente Evo Morales al Papa Francisco del Cristo incrustado sobre la hoz y el martillo, que fue hecho por el cura catalán Luis Espinel -asesinado por la dictadura de Banzer en los 80 del siglo pasado-, es algo más que un símbolo, que hace reflexionar a los pueblos y no sólo a los cristianos sino también a los marxistas.
Sin duda, que ello es parte de la enorme dimensión que adquiere la lucha por la liberación para el pueblo boliviano, enclavado en el corazón de América, y envuelto en grandes luchas por su libertad, en toda su historia.
Adquiere una nueva dimensión, sobre todo cuando desde una de las zonas más explotadas del continente la lucha adquiere un nuevo marco -no conocida formalmente y no apta para los dogmáticos del pasado y el presente-, que bastante menudo han olvidado a Cristo y a Marx, intentado tenerlos bien separados, en la metafísica de las clases dominantes que no reconoce la diversidad de la lucha de los pueblos.
Ello está provocando nuevas preocupaciones en el pensamiento social y político latinoamericano, sobre todo por las distintas vertientes que ha tenido en nuestra historia el pensamiento eclesiástico, sobretodo en relación a las políticas oligárquicas en el continente y también fuera de éste.
Lo cierto que aquí también ha llegado el pensamiento antisistema, cosa que todavía parecen no haber registrado mucho la tradición política uruguaya.
Sobre todo cuando se habla no solo de cambiar el sistema, sino que el mensaje sobre las “tres T”, que deben modificarse en el inicio de los tan augurados cambios continentales por los cuales enormes cantidades de mártires han caído en el empeño, de la transformación social y política.
Es la primera vez en la historia, que la dimensión de los pedidos son ta específicos y precisos en la vida americana, sobre todo cuando ello lo hace en Bolivia, en donde también la historia registra el primer Presidente proveniente de los pueblos originarios cosa que no ha sido tan fácil reconocer en la «pasarela» de la política internacional y regional.
Nuestro país, a pesar de tener gobiernos «de izquierda», es un negativo y claro ejemplo de ello.
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