Las variantes han sido de las más diversas, pero nunca ha perdido un objetivo central: desarrollar una amplia ofensiva militar a cualquier costo, que dé garantías a las grandes compañías occidentales un petróleo barato, y que obviamente tiene sus costos en materia militar para Europa y Estados Unidos
La necesidad de apropiarse del mundo y principalmente de las zonas estratégicas donde existen las reservas de hidrocarburos mayores del planeta y oligarquías feudales que han sido sostenidas por los países de la OTAN e Israel, han promovido e incentivado los conflictos bélicos como la salida económica y financiera mayor a la crisis mundial que tiene el capitalismo en ésta época y detener las salidas de progreso social e independencia de los pueblos.
En el último medio siglo, la guerra ha sido la constante de la política occidental hacia la región cuando hay alguien que no le gusta o sencillamente tiene intereses que no son los de Estados Unidos o las principales potencias europeas como Inglaterra y Francia.
El mercado de la guerra es muy amplio, armas nucleares, aviones de todo tipo, tanques de última generación, misiles, navíos, submarinos, drones, construcción de muros, sistemas de comunicación, apropiaciones de tierras a Palestinos por parte de Israel, creación de ejércitos y milicias de terroristas, en fin, y todo el equipamiento que supone hoy el equipamiento de los soldados. Y la droga para la mochila de los ejércitos mercenarios.
Las variantes han sido de las más diversas, pero nunca ha perdido un objetivo central: desarrollar una amplia ofensiva militar a cualquier costo, que dé garantías a las grandes compañías occidentales un petróleo barato, y que obviamente tiene sus costos en materia militar para Europa y Estados Unidos.
El primer gran efecto de toda esta política que se ha agravado en los últimos 50 años, pero que además, ha generado por la devastación de varios países, una crisis humanitaria expresada en la inmigración masiva de personas provenientes de Los países de Medio Oriente y el Norte de África.
Este ha sido uno de los “exitosos” resultados de las guerras que aun no ha terminado, y que redunda en beneficio de las potencias occidentales, que siguen vendiendo seguridad a Arabia Saudita, o a Israel, en sus desesperado intentos por mantener las agresiones, las guerras agredir a los Palestinos, e impulsar el terrorismo.
Un sector importante de la población de nuestro país puede preguntarse qué tiene que ver esto con la vida de nuestro país. Creemos que bastante, o mejor dicho, tiene mucho que ver, es uno de los grandes factores que afecta a la política económica mundial, y principalmente al comercio mundial y en especial del petróleo y el gas de los que Uruguay es totalmente dependiente.
En nuestro país hemos tenido resultado de esta situación hasta hace no mucho tiempo una baja de los precios del petróleo a nivel internacional a los efectos de favorecer la política de los países que a través de sus compañías controlan el precio del petróleo barato para eliminar competencias, y provocar enormes dificultades a países que dependen de la “renta petrolera”, como a Venezuela, Irán, Rusia, etc.
Lo cierto es que el gobierno uruguayo se ha beneficiado de esta política pero a pesar de ello, el consumo del combustible es uno de los más caros de la región y entre los primeros a nivel mundial, cosa que impacta fuertemente en la economía nacional.
Lo más evidente de toda esta política nacional es el despilfarro en ANCAP, hoy objeto de denuncias de los partidos políticos a la justicia; y es que la empresa estatal hace un año debió ser intervenida y votados fondos entre otras cosas por despilfarro y mala gestión.
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